Abusos veraniegos. No los permitas

23.08.2021

El verano, aún con covid 19, es una época propicia para los viajes, en los que una buena parte de nuestro presupuesto se gasta en contratar los traslados, estancias, comidas, etc. 

Contratamos, entre otros, con compañías aéreas, agencias de viajes, servicios de ocio, etc. y lo hacemos principalmente por vía internet, de forma aparentemente sencilla y ágil. Todo se confirma con varios clicks, facilitamos nuestra tarjeta de crédito o se abona por otros medios telemáticos, y a esperar los emails de confirmación con la documentación del vuelo, hotel, traslados, etc.

Los viajes se planifican con tiempo, o de forma precipitada a última hora (last call). Ocurre, que muchas veces no leemos todo, o que lo leemos, pero no lo terminamos de entender por el lenguaje empleado, y en acto de fe, queremos creer que todo está ok. Sin embargo, cuando las fechas del viaje se acercan, comprobamos, que hay algún error, o que el viaje, simplemente ha sido modificado, incluso cancelado, y nos entra el canguelo, los nervios.

Tratas de solucionarlo por la web de la compañía, y chocas de frente con la estudiada complejidad de sus servicios de reclamación. Tratas de hacerte con un número de teléfono de atención al cliente, y no lo encuentras. Cuando lo encuentras o te lo facilita google, llamas y te contesta un robot, con unas grabaciones según limitadas opciones, que no te solucionan nada ni te aportan información sobre el problema (cancelación del vuelo, cambio de horario sin preaviso, etc.).

Recurres entonces a la queja presencial, pero en ésta época, las compañías se escudan en las medidas contra la pandemia para cualquier reclamación o queja, no te atienden, o simplemente te las encuentras cerradas a cal y canto, y terminas más frustrado que con los intentos en las web o internet. O te encuentras en la terminal de aeropuerto el día previsto del viaje, y la sorpresa es que tienes que pagar sobrecoste no informado, o hay overbooking, y otra vez a rezar.

En definitiva, las grandes (solo por volumen) empresas abusan de los ciudadanos de una manera descarada, carentes de sentimientos o empatía hacia nosotros, siendo solo para ellas unos números o iniciales sin más. Por eso desde este blog, y por experiencia personal, animo a todos a que digamos basta, y acudamos a oficinas de protección al consumidor, y presentemos quejas por estos abusos, y si no resultan efectivas, acuda a su abogad@, y que le defienda sus derechos. 

Eso sí, el año que viene repetimos el viaje.